Junajil: Ecoparque Natural en Xela
- José Luis López Palencia
- 23 oct
- 3 Min. de lectura
Un terreno con propósito
En las montañas de Quetzaltenango, una familia decidió convertir su bosque en un lugar de encuentro. No buscaban urbanizarlo, sino revelar su esencia.

Su terreno de 14,000 m² en pendiente, cubierto por pinos, cipreses, encinos, robles y liquidámbares, ofrecía el entorno ideal para crear un ecoparque natural que combinara contemplación, descanso y experiencias familiares sin alterar la vida del bosque.
El concepto: Dosel Arbóreo
Cada espacio fue diseñado bajo la idea del dosel arbóreo: el juego de luces que se filtra entre las hojas al mirar hacia arriba. Ese patrón se tradujo en arquitectura a través de trazos orgánicos, geometrías voronoi y estructuras que se integran al relieve con discreción.


La arquitectura acompaña la naturaleza, no la interrumpe. Los materiales —piedra basáltica, madera natural, hierro en acabado oscuro y cubiertas de teja delgada— crean una lectura coherente con el entorno, logrando que las sombras, reflejos y texturas dialoguen con el terreno.
La llegada

El recorrido inicia en un umbral de piedra tallada que marca el acceso principal. Al cruzarlo, la vegetación se abre para revelar el centro de visitantes: un volumen circular de muros de piedra y madera, coronado por una cafetería elevada que flota entre las ramas.
Desde sus terrazas, los visitantes se sientan a nivel de los árboles y observan el bosque como si estuvieran dentro de él.



Las plataformas de estacionamiento fueron diseñadas respetando la ubicación de los árboles, generando una transición natural entre el vehículo y el sendero.


Caminos y quioscos
Los senderos se ramifican en una red irregular que simula el crecimiento de las raíces. Conectan 18 quioscos metálicos que reinterpretan el follaje del bosque.

Cada uno cuenta con cocineta y áreas de descanso, acompañados por baños secos distribuidos estratégicamente. La estructura liviana y el pavimento en piedra natural se funden con el terreno; caminar por ellos se siente como moverse dentro del bosque, no sobre él.



A lo largo de los caminos se abren dos áreas de juegos infantiles: una para los más pequeños y otra para adolescentes. Ambas utilizan materiales naturales —troncos, sogas, grava y plataformas de madera— rodeadas de vegetación para seguridad y confort visual.

Eventos en armonía
La primera plataforma alberga el salón principal, una pieza orgánica con ventanales de piso a techo que enmarcan el horizonte. Tiene capacidad para 300 personas y combina piedra y madera en una estructura que aprovecha la pendiente para fundirse con el terreno.

Su ubicación cercana al parqueo facilita los eventos formales y su geometría curva suaviza la escala del volumen dentro del paisaje.

En la parte alta se ubica el jardín de eventos, concebido como una extensión del terreno natural. Este espacio se conecta visualmente con la capilla y con el corazón del cerro, donde una cruz centenaria marca el punto simbólico del lugar.


Desde allí, las ceremonias pueden extenderse hacia el salón o al jardín, según la temporada.
Glamping y hospedaje
Una línea de cipreses define el límite entre el área pública y la privada. Tras ella, nueve plataformas de glamping se camuflan entre la vegetación, elevadas apenas lo necesario para dejar respirar el suelo. Las cubiertas circulares permiten que la lluvia resbale naturalmente sin afectar el entorno.

Más adelante, las venas de agua natural dieron origen al spa: un conjunto de piscinas termales escalonadas, construidas en piedra y madera, con saunas ocultos tras volúmenes verticales de listones de cedro. El sonido del agua guía el recorrido y acompaña al visitante en todo momento.


En la parte posterior del terreno, nueve cabañas de madera y piedra se dispersan entre jardines naturales: cuatro familiares y cinco para parejas. Cada una orientada para captar la mejor luz y asegurar privacidad. Desde su interior, los ventanales circulares enmarcan el bosque, no el resto del complejo.



El mirador y los senderos
A unos diez minutos de caminata, el sendero principal conecta con otra propiedad de 21,000 m². Allí, tres rutas naturales —larga, media y familiar— recorren el bosque hasta llegar al mirador principal, una pasarela de madera suspendida que mira directamente al volcán Santa María.




En los recorridos intermedios se diseñaron tres miradores adicionales que sirven como puntos de pausa, contemplación y fotografía.



Junajil: Ecoparque Natural
Este es un proyecto que se construye bajo una premisa sencilla: la naturaleza primero. Cada muro, sendero y cubierta fue pensado para acompañar el paisaje sin dominarlo. La arquitectura se disuelve entre la vegetación y el visitante se convierte en parte del bosque.
Diseñado por Loragon.

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